Los hombres también se embarazan

por Martín Pérez

 

“Los hombres también se embarazan”

Este fue el lema que cohesionó y movilizó  a ciudadanos y ciudadanas del Municipio de Icla, en busca de algo excepcional: reducir a cero la mortalidad materna y  neonatal.

Tuve la oportunidad de visitar Icla, un municipio en Bolivia con algo más de 7 mil habitantes, la mayoría de origen quechua. Tiene un pequeño centro poblado  y de las 50 comunidades la más cercana está a 3 horas en movilidad. En Icla durante mucho tiempo se hicieron esfuerzos por reducir la mortalidad materna y neonatal, sin embargo no fue hasta que emergió una  “nueva idea de desarrollo” que este objetivo se alcanzó.

La idea contempló tres factores: 1) La participación e involucramiento de los hombres en el acompañamiento a las gestantes en el control prenatal, parto y postparto; 2) la complementariedad entre la medicina occidental y tradicional, para el mejoramiento del servicio de salud; y 3) la corresponsabilidad entre el sector salud, los médicos tradicionales, las autoridades municipales, las centrales agrarias, las organizaciones de mujeres y los medios de comunicación.

Icla logró en menos tiempo, con menos recuros financieros reducir a cero la mortalidad materna y neonatal. En paralelo, la iniciativa se convirtió  en una política municipal e inspiró a otros municipios de la región.

“Los hombres también se embarazan”, tiene los méritos para ser considerada una innovación social, pues además de las acciones promovidas contiene aspectos que la ubican en esta categoría: Nació de un ejercicio democrático de participación, pues los diálogos propositivos que involucraron a los distintos actores en todo el proceso fueron escenarios para sumar conocimiento e ideas en pos de un objetivo común. Un ejercicio netamente democrático orientado al desarrollo y no a la búsqueda del poder.

A la vez, la creatividad emergió desde las y los actores y ello fue vital para no caer en la tentación repetir los métodos que se conocían. El teatro y la música se convirtieron en los mejores espacios de sensibilización sobre los derechos de las mujeres; entre tanto campeonatos de futbol femenino -que requerían como inscripción mostrar la tarjeta de control médico- reemplazaron a los talleres clásicos, ya que en el “tercer tiempo del partido” se abrían espacios de capacitación.

La Dra. María Elena Ponce, quien fue clave en este proceso, me confesó que el éxito alcanzado fue producto de salir de su zona de confort, explorar, probar, sistematizar, aprender, volver a probar hasta encontrar una nueva manera de enfrentar un viejo problema.

Hoy en día está de moda la palabra innovación y generalmente se la asocia a los avances tecnológicos. Me gusta pensar que Icla nos muestra otra faceta de la innovación, aquella que tiene como punto de partida y llegada el ejercicio de los derechos humanos.

Martín Pérez

Economista